12 de diciembre de 2011

Lope de Vega.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

4 de diciembre de 2011

Madrid.

Todo es tan diferente, tan vivo y lleno de conversaciones en una cafetería donde tiran agua en forma de polvo para refrescar en verano y una estufa en los dísa fríos de invierno. Una ciudad que no descansa los Domingos y que, aunque sea festivo, las calles están repletas de personas aunque al día siguiente haya que madrugar.

Iría a tu ciudad natal y hasta el fin del mundo contigo. Añoraría la playa de noche y correr en la arena con Jack. También el sonido de las olas y la paz de estar lejos de la ciudad. Y a mi familia. Sé que echaré de menos todo eso aunque sean pequeñas cosas, pero renunciaría a eso por pasear contigo por Preciados y comernos un perrito caliente en la calle más pequeña de Madrid, por entrar a la FNAC y comprarnos los libros que queramos, por irnos de picnic al parque del Retiro para luego reposar jugando a cartas, por sorprenderme de la cantidad de vinilos y sus ofertas en La Metralleta y Killers. También renunciaría a la costa por admirar una y otra vez los cuadros de Velázquez, Goya y muchos otros en El Prado, por besarte en la Mayor, por correr para coger el cercanías y el metro en Sol y cenar pollo picante con mucha agua en el KFC. No me cansaría de andar y comprar en Gran Vía y cada vez que pasáramos por la Cibeles me acordaría de la historia de mitología que nos contó tu padre.

Lo dejaría todo por las infinitas sonrisas y carcajadas que pasé contigo ahí.
Sé que es tu sueño. Y como sueño que es y he tenido, se hará realidad con una chiquitina a nuestro lado.


Parque del Retiro

21 de noviembre de 2011

Ráfaga

Hace algún tiempo, en una curva de carretera, salí disparado volando en el coche por un terraplén, y durante los cinco segundos que estuve en el aire frente al rostro de la muerte vi en el interior de la memoria toda mi biografía comprimida, iluminada por una brevísima ráfaga. Puedo explicar ahora la fulgurante visión que experimenté antes de caer vivo e ileso al otro lado del barranco. Mientras surcaba el espacio me cegó una especie de relámpago negro, tal vez fundido con los latidos de la sangre. Cerré los ojos y en ese momento no pensé en ninguna solución filosófica, ni siquiera en el golpe inminente. Mi imaginación tampoco fue cruzada por el más mínimo deseo de sobrevivir. No recordé para nada los graves problemas de este planeta: el hambre, la bomba atómica, la violencia de los fuertes, la rebelión de los pobres. También la política, el dinero y las pequeñas pasiones de los hombres se esfumaron. Pero en el cristal del parabrisas o en el fondo del cerebro vislumbré toda mi existencia concentrada en cuatro haces de luz.

El mundo había sido una apariencia y el sueño a través de él quedó reducido al vértigo de estas imágenes: Aquel caramelo de miel que me regaló mi padre junto una fuente y columpios, yo por una calle de Madrid camino de la facultad, parado ante una figura de un panadero en camiseta que estaba enseñando a hablar a un papagayo, el lazo de aquella niña que desaté bajo un naranjo cerca de una estación de ferrocarril, las páginas de un libro que ya nunca podría escribir donde iban a brillar palabras inútiles acerca de Caín y el paso fugaz de la mirada de un ser amado. El coche volaba contra el viento piafando y yo de forma ciega en ese viaje de cinco segundos mortales aprendí cuanto sé de la realidad. Que la vida no es más que el reflejo de miel de cualquier instante de la infancia, la levísima sensación de haber sido joven una vez, el recuerdo de un temblor de carne unido a un perfume, la presencia oscilante o quebrada de un amor. Y poco más. Sólo después de haberme salvado comencé a pensar de nuevo en las idioteces de cada día. En la OTAN y esas cosas.


16 de noviembre de 2011

A esta luna que sueños hará realidad.

Bienvenido el que sonríe, quien tropieza, sigue y el que un buen consejo siempre te da. A los artistas con sus intuiciones y sus pasiones.
Pero también a aquel que no cambiará lo que somos hoy.

22 de septiembre de 2011

No es de fideos.

Solía entretenerme con las letras poniéndolas en el mantel y formando palabras y poniendo mi nombre al revés. Se podría decir que ese era uno de los motivos por los que era tan lenta comiendo una deliciosa sopa de letras. Por ese motivo, la jefa dejó de comprar letras y se pasó a los fideos. Tampoco resultó, ya que intentaba poner los fideos en vertical para formar un césped y trabajar como jardinera.
Eso, desde luego, no cambió las cosas, siguió con los fideos y se olvidó de las letras.

Hoy me he planteado qué haría si me comiera una sopa de letras. Volveria a escribir mi nombre al revés supongo, pero con C porque las K son muy difíciles de encontrar.
Realmente sólo se me pasa un nombre por la cabeza. Dicho nombre es un hombre y es el único hombre que me hace sentir una niña escribiendo su nombre con un sopa de letras.

Esta noche cenaré sopa de fideos con las letras de su nombre.


11 de agosto de 2011

¿Quién deseaba la equidad?

La equidad es uno de los conceptos que sólo son válidos en un mundo extremadamente limitado. Pero este concepto se extiende a todas las manifestaciones de la vida. Desde los caracoles y los mostradores de las ferreterías hasta la vida matrimonial. Lo abarca todo. Aunque nadie me lo pidiera, aquello era lo único que yo podía dar.

En este sentido, la equidad se parece al amor. Lo que uno está dispuesto a dar y lo que te piden son dos cosas distintas. Por eso, precisamente, muchas cosas habían pasado de largo ante mis ojos o, tal vez, por el interior de mi corazón.

Quizá debía arrepentirme de mi vida. Sería otra forma de equidad. Pero yo no podía arrepentirme de nada. Aunque todo hubiera pasado de largo, como el viento, dejándome a mí atrás, porque ahí estaban también mis propias esperanzas y deseos. Y sólo había quedado aquel polvo blanco que flotaba en el interior de mi cabeza. 


8 de agosto de 2011

Cuatro ruedas.

En el mundo hay cosas que cambian y cosas que no cambian. Y las cosas que no cambian, pase el tiempo que pase, no cambian jamás. La música de los taxis es una de ellas. Las radios de los taxis siempre sintonizan programas de música pop, tertulias de mal gusto o retransmisiones de partidos de fútbol. Por los altavoces de los grandes almacenes suenan invariablemente la orquesta de Raymond Lefèvre; en las cervecerías, las polcas; en los barrios comerciales a finales de año, las canciones navideñas de The Ventures. 


1 de agosto de 2011

La huida.

Cuando la luz gris de la mañana, que penetraba por un pequeño tragaluz situado cerca del techo del almacén, empezó a iluminar débilmente las paredes de alrededor, los puntos de la luz perdieron poco a poco su brillo y, junto con el recuerdo de las densas tinieblas, se fueron yendo, uno tras otro, a algún otro lugar.

Por más esfuerzos que haga, jamás podrá descifrar todo lo que se oculta en los recovecos del corazón humano. Lo cierto era que allí estaba su corazón y que yo lo percibía. ¿Podía pedir más?

Me senté en el suelo y me recosté en la pared. A través de la alta claraboya no se veía el cielo ni, por tanto, se sabía qué tiempo hacía fuera. Por la luz, sólo adivinaba que el cielo estaba encapotado. Unas pálidas sombras flotaban en silencio, como una corriente de suave líquido. Cerré los ojos y dejé reposar mi mente en el aire frío del amanecer. Al llevarme la mano a la mejilla, me di cuenta de que los dedos todavía conservaban la tibieza de la luz.

El tiempo carecía de uniformidad y coherencia.

30 de julio de 2011

El corazón.

- No tengo corazón. Si yo tuviera corazón, también podría necesitarte a ti.
- ¿Piensas que te gustaría tener corazón?
- Recuerdo que mi madre decía que, si tienes corazón, vayas a donde vayas, no puedes perder nada. ¿Eso es cierto?
- No lo sé. No sé si es verdad o no. Tu madre lo creía así. El asunto es si tú lo crees o no.
- Creo que sí puedo creerlo.
- ¿¡Lo crees!?, ¿¡Crees que puedes creerlo!?
- Quizá.
- Piénsalo bien. Es muy importante. Creer en algo, sea lo que sea, es un acto muy claro del corazón. ¿Entiendes? Imagina que crees en algo. Cabe la posibilidad de que te defrauden. Y si te defraudan, te sientes decepcionado. Y sentir decepción es parte de lo que el corazón es. ¿Tienes acaso corazón?
- No lo sé.
- Es posible que en tu interior quede algo vinculado al corazón, algo que conduzca a él. Pero está firmamente cerrado y no se manifiesta. Intentaré leer tu corazón.
- ¿De verdad crees que podrás leer mi corazón?
- Creo que podré leer tu corazón.
- ¿Y cómo?
- Todavía no lo sé. Pero lo lograré. Estoy convencido de ello. Seguro que hay un modo de conseguirlo. Y voy a descubrirlo.
- ¿Eres capaz de separar una de las gotas de lluvia que caen en el río de otra?
- Escúchame bien. El corazón no es como una gota de lluvia. No es algo que caiga del cielo, no es una cosa que pueda confundirse con otra. Si eres capaz de creerme, créeme. Lo encontraré. Aquí está todo, nada está aquí. Y sé que puedo encontrar lo que busco.
- Encuentra mi corazón.

17 de julio de 2011

Frío.

Cuando, tras separarme de ella, estabaa subiendo la Colina del Oeste, a mis espaldas el viento invernal soplaba con violencia, como si deseara adelantarme, y el agudo silbido que producía al pasar entre los árboles parecía rasgar el aire. Al darme la vuelta, vi una media luna que flotaba solitaria por encima de la torre del reloj y, a su alrededor, unos gruesos nubarrones que se deslizaban por el cielo. Bajo la luz de la luna, la superficie del río era negra como si hubiesen arrojado alquitrán.

De repente me acordé de una bufanda, que parecía muy cálida, que había descubierto en una maleta del archivo. Estaba comida por las polillas, pero, enrollada alrededor del cuello, me protegería del frío. Azotada por el viento, sin bufanda, las orejas me dolían como si me las cortaran con un cuchillo.

Di de nuevo la espalda a la ciudad y subí la cuesta helada camino de la marivollosa Alaska.


13 de julio de 2011

Cerré la botella de whisky.

- ¿Por qué bebes tanto?
- Quizá porque tengo miedo.
- Yo también tengo miedo y no bebo.
- Tu miedo y el mío son distintos.
- No sé qué decirte.
- Con los años, aumenta el número de cosas irreparables.
- También aumenta el cansancio, ¿Verdad?
- Sí. El cansancio también.
- Tranquilo. No te preocupes. Yo estaré a tu lado.
- Gracias.

9 de julio de 2011

Le quiero a él.

Solo lo quiero a él.
Quiero desear que llegue el día siguiente para verle sonreír una vez más, quiero ser la persona en la que piense cada noche, quiero que me aparte el pelo de la cara para besarme, quiero que me bese, quiero que me abrace, quiero que me acaricie, quiero que me diga que me quiere y quiero responderle yo más, quiero que me mire, quiero verle reír, quiero temblar después de cada beso que me dé, quiero que me acompañe a casa solo por pasar cinco minutos más a mi lado, quiero que mi corazón se pare cada vez que me mira aunque solo sea de lejos, quiero que se le acaben los besos y regalarle los míos, quiero que me haga sentir como una niña, quiero que se ponga nervioso cada vez que me vea, quiero que nada tenga sentido cuando esté con él, quiero que se ponga celoso, quiero enfadarme y besarle al segundo siguiente, quiero que se me inunden los ojos cada vez que me diga que me quiere, que me adora, quiero saltar de alegría cada vez que reciba un SMS suyo, quiero ponerme nerviosa cada vez que se acerque la hora de verlo de nuevo, quiero ponerme triste cada vez que tenga que despedirme de él, quiero quedarme con su ropa sólo porque tiene su olor, quiero sonreír cada vez que escucho su voz, quiero decirle mil veces que le quiero, quiero que me bese bajo la lluvia, quiero que me cuide y que me necesite.

Quiero que me siga queriendo aunque tenga miles de defectos y quiero ver ese brillo en sus ojos otra tarde más. 



Hubo alguien.

Se te olvidó que yo quedé libre para elegir. Te diré que hubo alguien que se encargó de darme todo cada tarde, que se moría por llenarme de detalles y valor tras amarme, que mientras tú vivías tu vida muy aparte se encargaba de la mía con coraje y logró conquistarme.

Y ese alguien, una noche de locura interminable...
¡Le entregué mi cariño, mi cuerpo, mi alma, mi mente y mi ser!

6 de julio de 2011

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- Piensa que la vida es como una caja de galletas.
- Quizá sea un poco tonto, pero a veces no te entiendo.
- En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: "Tengo que acabar con esto cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores". Porque la vida es como una caja de galletas.
- Eso es filosofía.
- Pero es cierto. Yo lo he aprendido de manera empírica.



5 de julio de 2011

La lluvia había cesado casi por completo.

En el buzón no había ninguna carta. En el contestador automático tampoco había ningún mensaje. Por lo visto, nadie me necesitaba. Perfecto. Yo tampoco necesitaba a nadie. Saqué hielo del refrigerador y, en un vaso grande, me preparé un generoso whisky a sorbitos. Tenía la sensación de que iba a desmayarme de un momento a otro, pero no era razón suficiente para renunciar a mi exquisito ritual de final del día. Estos breves instantes que van desde que me acuesto hasta que me duermo no tienen parangón. Me meto en la cama con algo de beber y escucho música o leo. A mi modo de ver, estos momentos valen a una hermosa apuesta de sol o a respirar aire puro.

Iba por la mitad del whisky cuando sonó el teléfono. El aparato está sobre una mesa redonda, a unos dos metros de los pies de la cama. Esa noche no me apetecía levantarme y acercarme al teléfono, así que me quedé mirándolo y oyendo cómo sonaba con ojos distraídos. Sonó trece o catorce veces, pero lo ignoré. En una película antigua de dibujos animados el aparato hubiese vibrado a cada timbrazo, pero, por supuesto, en la realidad no ocurrió nada de eso. El aparato sonó y sonó, acurrucado sobre la mesa, inmóvil. Lo estuve mirando mientras me tomaba el whisky.

Al lado del teléfono, yo había dejado la cartera, la navaja y la sombrerera que me habían regalado. De pronto, se me ocurrió que tal vez fuese mejor abrirla enseguida y ver qué contenía. Quizá fuera algo que había que meter en el frigorífico, o tal vez un ser vivo. O quizá algo de gran valor. Pero estaba demasiado cansada. En primer lugar, de tratarse de algo así, tendrían que haberme dicho algo al respecto. Esperé a que el teléfono dejara de sonar, apuré el whisky de un trago, apagué la luz de la mesilla y cerré los ojos. Al cerrarlos, como si hubiera estado aguardando la ocasión, el sueño se precipitó sobre mí desde el cielo como una gigantesca red negra. Mientras me sumergía en sus profundidades, me dije: "Vete a saber lo que iba a ocurrir a continuación".


Volver.

- Sé que algo te hizo volver pero, ¿Por qué te has quedado?
- Irme fue peor de lo que esperaba pero como te dije no sé cuánto tiempo me quedaré, así que...
- Así sean diez años o mañana lo importante es que estás aquí.
- Ya no tenemos catorce años. El mundo siempre será más grande que nosotros.
- Quizá no deba ser todo o nada. Desde hace un año no he hecho otra cosa que sacrificarme a mí y a cuanto amo por el bien supremo. ¿Y si el mundo no tuviera que ser lo primero?
- El mundo te necesita.
- ¿Y nosotros, qué necesitamos?

4 de julio de 2011

Dentro de cinco años.

Me plantaría debajo de un árbol, literalmente.
Comería tierra y las raíces del mismísimo árbol. Creo que ser un topo no estaría nada mal. De hecho, una hormiga tampoco, ¡Y mira que las odio!
Era broma.

Apoyaría mi espalda en el tronco de aquel edificio natural con pelos gruesos y duros en los pies, pero sólo lo haría un día en que las zapatillas estuvieran llenas de barro y parezca que salga de la ducha. Sin olvidar que las zapatillas sean negras, lleve una camisa de botones blanca con el sujetador de tres días y para colmo que vaya con los vaqueros viejos puestos sin abrochar.
La última condición sería tener 23 años. ¿Por qué? Porque si fueran 13, con las tetas tan pequeñas, no llevaría sujetador y como después del 1 va el 2, y después del 2 va el 3, daría lugar a 23.

Sí, sería fascinante.

12 de junio de 2011

El fin del mundo.

- ¿Es posible que nos hayamos visto antes en alguna parte?
- Como sabes, en esta ciudad los recuerdos son muy poco precisos, terriblemente inciertos. Hay cosas que podemos recordar y cosas que no. Al parecer, tú perteneces al segmento de las cosas imposibles de recordar. Lo siento.
- No importa. No tiene la mayor importancia.
- Es posible que nos hayamos visto antes. Yo he vivido siempre en la ciudad y no es muy grande.
- Sí, pero yo he llegado hace sólo unos días.
- ¿Unos días? Entonces seguro que me confundes con otra persona. Yo he vivido aquí toda mi vida, jamás he salido de la ciudad. Debe de tratarse de alguien parecido a mí.
- Es posible. Pero a veces lo pienso, ¿Sabes? Me pregunto si, hace tiempo, no habremos vivido todos en un lugar completamente distinto, si no habremos llevado todos una vida completamente diferente. Y si, por una razón u otra, estas vivencias no se han borrado de nuestra memoria y vivios ignorándolas. ¿No lo has pensado nunca?
- Nunca. Pero es posible que se te ocurran estas cosas porque eres el lector de sueños. El lector de sueños piensa y siente de una manera muy distinta a los demás.
- No sé.
- Entonces, ¿Tú sabes qué hacías y dónde?
- No, no me acuerdo. Pero siento que hay algo. Tengo la certeza. Y también me da la impresión de que a ti te he conocido antes en otro lugar.


3 de junio de 2011

Digamos, por el placer de discutir que...

Decidamos, por ejemplo, que la Tierra no es un cuerpo esférico sino una enorme mesa de café. ¿Nos causa eso algún inconveniente en el plano de la vida cotidiana? Evidentemente, éste es un caso extremo y no se trata de ir cambiándolo todo a nuestro capricho. Sin embargo, la concepción arbitraria según la cual la Tierra es una enorme mesa de café eliminaría de un plumazo la infinidad de pequeños problemas, -sin ir más lejos, la fuerza de gravedad, las líneas de demarcación honoraria o el ecuador, entre otras frutalidades- derivados de la condición esférica del globo terráqueo. Porque, a una persona normal y corriente, ¿Cuántas veces va a preocuparle a lo largo de su vida la línea del ecuador?


22 de mayo de 2011

Il pungiglione d'amore

He comprobado que casi todo lo que se ha escrito sobre el amor es cierto. Shakespeare dijo: 'Los viajes terminan con el encuentro de los enamorados'. ¡Qué idea más extraordinaria!

Personalmente nunca he experimentado nada ni remotamente parecido a eso, pero estoy convencida de que Shakespeare sí. Supongo que pienso en el amor más de lo que debería, me admira constantemente su abrumador poder de alterar y definir nuestras vidas. También fue Shakespeare quien dijo que el amor es ciego. Pues bien, estoy segura de que eso es verdad.

Para algunas personas, de forma inexplicable, el amor se apaga. Para otras, el amor sencillamente se va. Si bien es cierto, por supuesto, que el amor también puede encontrarse, aunque sea solo por una noche. Sin embargo, existe otra clase de amor, el más cruel, aquel que prácticamente mata a sus víctimas. Se llama amor no correspondido. La mayoría de historias de amor hablan de personas que se enamoran entre sí, pero, ¿Qué pasa con los demás?, ¿Quién cuenta esa historia? La de aquellos que se enamoran solos, que son víctimas de una aventura unilateral, que son los malditos de los seres queridos, los seres no queridos, los heridos que se valen por sí mismos, los discapacitados sin plaza de aparcamiento reservada.

Entiendo lo que es sentirse lo mas pequeño e insignificante posible. Y como puede doler en sitios que ni siquiera sabías que tenías dentro de ti. Y no importa cuantos cortes de pelo nuevos te hagas, ni a cuantos gimnasios te apuntes, ni cuantas copas de Chardonnay bebas con las amigas… aun así te vas a la cama repasando cada detalle e intentas adivinar qué hiciste mal o qué has podido mal interpretar… y cómo coño has podido pensar que en ese momento eras feliz. Y hay veces que incluso te puedes convencer de que él verá la luz y aparecerá en tu puerta. Y, después de todo, e independientemente de lo largo que sea esto, llegarás a un sitio totalmente nuevo y conocerás gente que te harán sentir valiosa de nuevo. Y pequeñas partes de tu alma, volverán.

Y entonces, todos esos momentos, todos esos años perdidos, comenzarán a desaparecer.

19 de mayo de 2011

T3

- Es tu destino.
- ¡A la mierda con mi destino!
- No puedes autoexterminarte.
- No, tú no puedes. Yo puedo hacer lo que me dé la gana. Soy un ser humano. Porque tu futuro, mi destino, no lo quiero ni que me lo regalen. ¡Nunca lo he querido!
- Viendo la dilatación de tus pupilas, la temperatura de tu piel y tus funciones motrices, calculo un 83% de probabilidades de que no aprietes el gatillo.

8 de mayo de 2011

Anoche soñé con sauces.

El sueño me arrastró hacia un lodazal. A ambos lados de un sendero montañoso se alineaban los sauces. Muchos, muchísimos sauces. Soplaba un viento muy fuerte, pero las ramas de los árboles no se movían un ápice. ¿Por qué? Me pregunté con extrañeza. En ese instante descubrí que había unos pájaros asidos a la ramas. Su peso impedía que éstas se balanceasen. Agarré una estaca y golpeé la rama que tenía más cerca. Pretendía ahuyentar a los pájaros para dejar que las ramas se mecieran libremente. Pero éstos no levantaron el vuelo. En lugar de eso, se convirtieron en pájaros de metal y fueron cayendo al suelo con estrépito.
Cuando me desperté tuve la sensación de seguir soñando. El interior de la habitación brillaba tenuemente a la blanca luz de la luna. En un acto reflejo, miré hacia el suelo buscando los pájaros de metal esparcidos. Por supuesto, no había ninguno.

29 de abril de 2011

Córtame un poco

- Hazlo... Es muy sencillo.
- ¿No tienes miedo?
- Todos morimos. Hoy o dentro de cincuenta años, ¿Qué más da?, ¡Hazlo!
- Si no te mato, tú seguirás matando.
- A muchos...

24 de abril de 2011

Drahý

Te comería los ojos, la boca, la frente, los lóbulos de las orejas, tus mejillas, tus manos, tus brazos, tu vientre, tus muslos  y hasta el dedo meñique del pie...
Todo, absolutamente todo.

Me sabes a carne de res perfumada en laurel de los montes.




14 de abril de 2011

Sonrisas y lágrimas

Un hombre sale de su casa para ir al trabajo y ve un caracol en el suelo del porche así que, lo recoge, lo lanza sobre el tejado y cae en el jardín trasero. El caracol rebota en una piedra, la cáscara queda hecha polvo y aterriza en el césped. El caracol se queda allí casi muerto. Pero el caracol no muere.

Al cabo de un tiempo se arrastra de nuevo y un día nuestro amiguito vuelve a dirigirse hacia la parte delantera de la casa. Apróxidamente, al año, el bicho vuelve a reptar por el porche. Justo entonces el hombre sale de casa para ir al trabajo y ve otra vez al caracol.
Lo mira y le dice: "¿Pero a ti qué coño te pasa?"

13 de abril de 2011

Prometeo


- ¿Conoces el mito de Prometeo?
- No.
- No, claro que no. Prometeo era un Dios que robó el fuego a otros Dioses para entregárselo a los mortales. Resumiendo, nos dió el poder, nos dió la tecnología.
- Así que, ¿Vamos a robar el fuego en el Ártico?
- Más o menos. Verás, quien controla la tecnología, controla mundo. El Imperio Romano gobernó el mundo porque construyó carreteras, el Imperio Británico porque construyó barcos, Norte América la bomba atómica y así, etcétera, etcétera. Yo sólo quiero lo que quería Prometeo.
- Suena bien... Pero tú no eres un Dios.