26 de junio de 2012

Romeo y Julieta y Paris

Hace dos noches, disfrute un sueño normal por primera vez en mucho tiempo. Sólo efectué un vagabundeo difuso por los viejos recuerdos: cegadoras visiones brillantes de la luna reflejadas en el mar, una destartalada casita que se ve desde mi balcón, un edredón usado, una pared de espejos, una llama en el agua negra... Iba olvidando una conforme pasaba a la siguiente, las olvidé todas... Salvo la última, que quedó grabada en mi mente. No tenía sentido, sólo era un decorado escenario consistente en un balcón con una luna pintada colgada del cielo. Vi a la chica vestida con un camisón inclinarse sobre la baranda y hablar consigo misma.

Carecía de sentido, pero Julieta se hallaba en mi mente cuando me fui despertando poco a poco.

La casa estaba ahora más oscura que antes y al otro lado de la ventana se veía todo negro. Me sentía rígida, pero caliente y casi seca. La garganta me ardía cada vez que respiraba.

Iba a tener que levantarme, al menos para tomarme una bebida, pero mi cuerpo sólo quería quedarse ahí, relajado, y no moverse nunca.

En vez de moverme, pensé en Julieta un poco más.

Me pregunté qué habría hecho Romeo si la hubiera dejado, no a causa del destierro, sino por desinterés. ¿Qué habría ocurrido si Rosalinda le hubiera dado un día de tiempo y él hubiera cambiado de opinión? ¿Y qué hubiera pasado si, en vez de casarse con Julieta, simplemente hubiese desaparecido?

Me parecía saber cómo se habría sentido Julieta.

Ella no habría vuelto a su vida anterior, seguro que no. Yo estaba convencida de que nunca se habría ido a otro lugar. Incluso si hubiera llegado a vivir hasta ser una anciana de pelo gris, cada vez que hubiera cerrado los ojos, habría visto el rostro de Romeo. Y ella lo habría aceptado, finalmente.

Me pregunté si al final se habría casado con Paris, sólo para complacer a sus padres y mantener la paz. No, probablemente no, decidí, pero de todos modos, la historia dice poco de Paris. Era un simple monigote, un cero a la izquierda, una amenaza, un ultimátum para forzar la mano a Julieta.

¿Y qué pasaría si supiera más sobre Paris? ¿Qué sucedería sí Paris hubiera sido amigo de Julieta? ¿Su mejor amigo? ¿Qué habría ocurrido si él fuera la única persona en la que pudiera confiar la devastación causada por Romeo, la única persona que realmente comprendiera y la hiciera sentirse otra vez medio humana? ¿Y si él era paciente y amable? ¿Y si cuidaba de ella? ¿Qué sucedería si Julieta supiera que no podría sobrevivir sin él? ¿Qué pasaría si él realmente la amara y deseara que ella fuera feliz? ¿Y si ella quisiera a Paris? No como a Romeo, por descontado, ya que no había nada similar, pero sí lo bastante para que ella deseara que él también fuera feliz.

En la habitación no se oía otro sonido que la respiración candenciosa y profunda de Paris, como la nana que se canta en voz baja a un niño, como el vaivén de una mecedora, como el tictac de un viejo reloj cuando no se tiene por qué ir a ninguna parte... Era un sonido reconfortante.

Si Romeo se hubiera ido realmente para no volver, ¿qué importaba si Julieta aceptaba o no la oferta de Paris? Quizás ella hubiera intentado conformarse con los restos que le quedaran de su vida anterior. Tal vez esto fuese lo más cerca que pudiera llegar a estar de la felicidad.

Suspiré, y después gruñí cuando el suspiro me arañó la garganta. Estaba dando demasiada importancia a la historia. Romeo no hubiera cambiado de idea. Ésa era la razón por la cual la gente todavía recuerda su nombre, siempre emparejado con el de ella: Romeo y Julieta. Y ése también es el motivo de que se la considere una buena historia. "Julieta se conforma con Paris" nunca habría sido un éxito.

20 de junio de 2012

¿Tú crees que he perdido la cabeza?

- Ojalá pudiera despertarme...
- ¿Sigues creyendo que esto es un sueño?
- Claro. Todo procede de mi mente.
- Eso supondría que yo no soy real...
- Lo siento. Te ha creado mi imaginación. Siempre suelo soñar con un loco...
- Pues tú estás loca para soñar conmigo.
- Quizá. No te olvidaré cuando despierte.

 

17 de junio de 2012

Desconocido

¡Cuánta suerte tenía de estar sola!

Sola. Repetí la palabra con macabra satisfacción hasta que conseguí ponerme en pie a pesar del dolor. En ese preciso momento salió de entre los árboles una figura en dirección al norte, a unos treinta pasos de distancia.

Un descomunal despliegue de emociones me traspasó en un segundo. La primera, la sorpresa; estaba lejos de cualquier sendero y no esperaba compañía. Además, me sacudió una ráfaga de desgarradora esperanza cuando fijé la vista en la silueta y vi la absoluta inmovilidad y la piel pálida. La suprimí con ferocidad mientras luchaba contra el igualmente despiadado azote de la agonía cuando mis ojos siguieron bajando: debajo del pelo negro no estaba el único rostro que yo quería ver. Después vino el miedo. Ésas no eran las facciones que me hacían llorar, pero estaban lo bastante cerca como para saber que el hombre con el que me encaraba no era un excursionista perdido.

Y al final, por último, el reconocimiento.

13 de junio de 2012

Jamás iba a bastar

¡Cuánto me hubiera gustado que él hubiera sido mi hermano! Un hermano de carne y hueso, de modo que pudiera tener cierto derecho sobre él y verme libre de todo remordimiento. Dios sabía que nunca había pretendido aprovecharme de él, pero no pude evitar pensar que la culpa que sentía en ese momento quería decir que lo había hecho.

Más aún, jamás había tenido intención de quererle. Había una cosa que sabía a ciencia cierta, lo sabía en el fondo del estómago y en el tuétano de los huesos, lo sabía de la cabeza a los pies, lo sabía en la hondura de mi pecho vacío... El amor concede a los demás el poder para destruirte.

A mí me habían roto más allá de toda esperanza.

Pero yo le necesitaba a él, le necesitaba como si fuera una droga. Le había usado como una muleta durante demasiado tiempo y ahora estaba más enganchada de lo que había planeado a estar con nadie. No soportaba la idea de hacerle daño ni tampoco podía impedirlo. Él pensaba que el tiempo y la paciencia me cambiarían, y yo sabía que, a pesar de que era un error total, le iba a dejar intentarlo.

Era mi mejor amigo. Siempre iba a quererle, pero eso nunca jamás iba a bastar.

Si la matáis a ella, me matáis a mi

"Es como la gravedad. Cuando la ves te cambia el centro. De repente ya no es la Tierra la que te sostiene. Harías cualquier cosa, serías cualquier cosa por ella.
Su amigo, su hermano, su protector".

11 de junio de 2012

Di que soy un pájaro

- ¿Qué harás?
- No lo sé...
- ¿Volvemos a eso?, ¿hemos vuelto allí?, ¿qué pasa con estos días? Han ocurrido, ¿sabes?
- Sé que han ocurrido y han sido maravillosos pero también han sido irresponsables. Mi prometido está esperándome en el hotel y se quedará destrozado cuando se entere de lo que he hecho.
- ¿Así que haces el amor conmigo y luego decides volver con tu marido?, ¿es ese tu plan?, ¿fue un examen que yo no aprobé?
-¡No! Le hice una promesa a un hombre, él me dio un anillo y yo le di mi palabra.
- Tu palabra ya no vale casi nada, ¿no crees?
- Yo no... No lo sé. Lo sabré cuando hable con él.
- No se trata de cumplir tu promesa, ni tampoco de seguir a tu corazón... Es de tu seguridad.
- Bien, ¿y eso qué significa?
- ¡Dinero!
- ¿De qué estás hablando?
- Él tiene mucho dinero.
- Ahora te odio, maldito bastardo.
- Yo también te odio. Si te vas, te odiaré.
- Tú no has prestado atención a nada de lo que esta pasando,¿verdad?
-  Supongo que no, debo de haber malinterpretado todas esas señale.
-  Sí, supongo que sí.
- Estás aburrida, estás aburrida y lo sabes. No estarías aquí si no te faltara algo.
- ¡Arrogante hijo de puta!
- ¿Te quedarás conmigo?
- ¿Quedarme contigo?, ¿para qué?, ¿para estar siempre discutiendo?
- Eso es lo que hacemos, discutir. Tú me dices cuando soy un maldito arrogante y yo te digo cuando das mucho la tabarra. Y lo haces el 99% del tiempo. Sé que no puedo herir tus sentimientos porque tienen un promedio de dos segundos de rebote y otra vez vuelves a la carga.
- ¿Entonces qué?
- Pues que no será fácil, va a ser muy duro. Tendremos que esforzarnos todos los días y quiero hacerlo porque te deseo. Quiero tenerte para siempre. Tú y yo, todos los días... ¿Harías algo por mí? Por favor, imagina tu vida dentro de 30 ó 40 años, ¿cómo la ves? Si es junto a ese hombre vete, ¡vete! Te largaste una vez y lo soportaré otra si creyera que es lo que quieres. Pero jamás tomes la vía fáci.
- ¿A qué vía te refieres?, ¡no hay ninguna vía fácil! Haga lo que haga alguien acabará sufriendo...
- ¿Podrías dejar de pensar en lo que quieren los demás? Incluso olvida lo que yo quiero y lo que él quiere y lo que tus padres quieren... ¿Tú qué quieres?
- ¡Bf!
- ¡Vamos!, ¿qué quieres?
- No es tan sencillo.
-Te repito: ¿qué es lo que quieres? Maldita sea, ¿qué quieres?
- Tengo que irme...

1 de junio de 2012

No puede ser pecado

¿Saben lo que no es normal?, ¿Ustedes quieren que yo les diga lo que no es normal? No es normal pensar que hacer el amor es pecado, eso no es normal. No es normal pensar que Dios no quiere a las lesbianas y a los homosexuales, no es normal. No es normal que la iglesia oculte abusos de niños, ni que los sacerdotes no se puedan casar. No es normal la riqueza del Vaticano, ni los anillos, ni el oro, ni el dinero tirado en campañas de publicidad, ni todo ese bobato absurdo mientras 30 millones de personas se contagian de SIDA en África por no usar preservativo.

Señores, Dios nos hizo con dos brazos y con dos piernas y también nos hizo con la capacidad de amar, de querernos, de tocarnos, de sentir con la yema de los dedos un pecho acelerado por la estación y eso señores, eso no puede ser pecado.

Señores... Amar no es fácil. Y ustedes se empeñan en hacerlo más difícil y enrevesado como si no nos bastáramos nosotros mismos, como si no se bastara la propia humanidad para complicarlo todo. Señores, porque amar... Amar es entender también el rechazo, entender que te van a hacer daño, entender que vas a sufrir, que vas a llorar y es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio. O sea, ¿Hoy te casas y vives feliz para toda la vida? Falso. Señores, falso por muchos siglos que puedan ustedes seguir proclamándolo.

¿Saben qué creo? Creo que ustedes no saben lo que es el amor. Si algo he aprendido estos años es que si apretar un cuerpo hasta convertirse en uno... Si eso es pecado... Señores, soy un pecador. Porque el único Dios en el que creo... Es el amor. ¿Entienden? El amor.