17 de julio de 2011

Frío.

Cuando, tras separarme de ella, estabaa subiendo la Colina del Oeste, a mis espaldas el viento invernal soplaba con violencia, como si deseara adelantarme, y el agudo silbido que producía al pasar entre los árboles parecía rasgar el aire. Al darme la vuelta, vi una media luna que flotaba solitaria por encima de la torre del reloj y, a su alrededor, unos gruesos nubarrones que se deslizaban por el cielo. Bajo la luz de la luna, la superficie del río era negra como si hubiesen arrojado alquitrán.

De repente me acordé de una bufanda, que parecía muy cálida, que había descubierto en una maleta del archivo. Estaba comida por las polillas, pero, enrollada alrededor del cuello, me protegería del frío. Azotada por el viento, sin bufanda, las orejas me dolían como si me las cortaran con un cuchillo.

Di de nuevo la espalda a la ciudad y subí la cuesta helada camino de la marivollosa Alaska.


1 comentario:

  1. Cuan hermoso paisajes vienes a describir con estas palabras tan bien elavoradas. Te quiero cariño

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