4 de julio de 2011

Dentro de cinco años.

Me plantaría debajo de un árbol, literalmente.
Comería tierra y las raíces del mismísimo árbol. Creo que ser un topo no estaría nada mal. De hecho, una hormiga tampoco, ¡Y mira que las odio!
Era broma.

Apoyaría mi espalda en el tronco de aquel edificio natural con pelos gruesos y duros en los pies, pero sólo lo haría un día en que las zapatillas estuvieran llenas de barro y parezca que salga de la ducha. Sin olvidar que las zapatillas sean negras, lleve una camisa de botones blanca con el sujetador de tres días y para colmo que vaya con los vaqueros viejos puestos sin abrochar.
La última condición sería tener 23 años. ¿Por qué? Porque si fueran 13, con las tetas tan pequeñas, no llevaría sujetador y como después del 1 va el 2, y después del 2 va el 3, daría lugar a 23.

Sí, sería fascinante.

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