30 de julio de 2011

El corazón.

- No tengo corazón. Si yo tuviera corazón, también podría necesitarte a ti.
- ¿Piensas que te gustaría tener corazón?
- Recuerdo que mi madre decía que, si tienes corazón, vayas a donde vayas, no puedes perder nada. ¿Eso es cierto?
- No lo sé. No sé si es verdad o no. Tu madre lo creía así. El asunto es si tú lo crees o no.
- Creo que sí puedo creerlo.
- ¿¡Lo crees!?, ¿¡Crees que puedes creerlo!?
- Quizá.
- Piénsalo bien. Es muy importante. Creer en algo, sea lo que sea, es un acto muy claro del corazón. ¿Entiendes? Imagina que crees en algo. Cabe la posibilidad de que te defrauden. Y si te defraudan, te sientes decepcionado. Y sentir decepción es parte de lo que el corazón es. ¿Tienes acaso corazón?
- No lo sé.
- Es posible que en tu interior quede algo vinculado al corazón, algo que conduzca a él. Pero está firmamente cerrado y no se manifiesta. Intentaré leer tu corazón.
- ¿De verdad crees que podrás leer mi corazón?
- Creo que podré leer tu corazón.
- ¿Y cómo?
- Todavía no lo sé. Pero lo lograré. Estoy convencido de ello. Seguro que hay un modo de conseguirlo. Y voy a descubrirlo.
- ¿Eres capaz de separar una de las gotas de lluvia que caen en el río de otra?
- Escúchame bien. El corazón no es como una gota de lluvia. No es algo que caiga del cielo, no es una cosa que pueda confundirse con otra. Si eres capaz de creerme, créeme. Lo encontraré. Aquí está todo, nada está aquí. Y sé que puedo encontrar lo que busco.
- Encuentra mi corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario