20 de julio de 2012

¿Qué pasaría? ¿Cuál era la opción acertada?

Ahora era incapaz de concebir mi vida sin él. Me encogía ante la idea de siquiera imaginarlo. De algún modo, él se había convertido en una parte esencial de mi supervivencia, pero dejar las cosas en su estado actual... Eso era una crueldad, tal y como otro amigo me había echado en cara.

Recordé mi viejo deseo de que él fuera mi hermano. Me daba cuenta ahora de que lo que quería realmente era tener algún derecho sobre él. La manera en la que él me abrazaba no parecía muy fraternal. Simplemente era agradable, cálido, familiar y reconfortante. Seguro. Él era un puerto seguro.

Podía reclamar ese derecho, estaba realmente en mis manos.

Era consciente de que iba a tener que contárselo todo. No había otra forma de ser legal con él. Tendría que explicárselo bien para que supiera que yo no me estaba conformando, que le consideraba algo realmente bueno para mí. Él ya sabía que me sentía rota por dentro, pero tenía que revelarle hasta qué punto era así, incluso habría de admitir mi locura y explicarle lo de las voces. Él tendría que saberlo todo antes de tomar una decisión.

Sin embargo, aunque yo reconocía esa necesidad, también era consciente de que él querría estar conmigo a pesar de todo, ni siquiera se detendría a considerarlo.

Tendría que compromenterme, entregar todo lo que quedaba de mí, cada pedazo roto. Era la única manera de ser justa con él. ¿Lo haría? ¿Podría hacerlo?

¿De verdad estaba tan mal que intentara hacerle feliz? Incluso si el amor que sentía por él no fuera más que un eco débil del que era capaz de sentir, aunque mi corazón se encontrara lejos y ausente, malherido por mi voluble Romeo, ¿tan malo era?

Justo en ese momento detuvo el coche enfrente de mi casa, que estaba a oscuras. Reinó el silencio. Como tantas otras veces, él parecía estar en consonancia con mis pensamientos de ese momento.

Me abrazó y me estrechó contra su pecho, envolvíendome con su cuerpo. De nuevo, esto me hizo sentir bien. Era casi como ser otra vez una persona completa.

Mi respiración pareció lijar las paredes de mi garganta hasta excavar un agujero.

A pesar de su indiferencia y teniendo en cuenta las circunstancias, ¿no desearía mi Romeo que yo fuera lo más feliz posible? ¿No le quedaría suficiente afecto como para querer esto para mí? Pensé que sería así. No, no me echaría en cara que concediera a mi amigo una pequeña parte del amor que él no quería. Después de todo, no era la misma clase de amor, en absoluto.

Él presionó su mejilla cálida contra la parte superior de mi cabeza.

Sabía sin lugar a dudas qué sucedería se ladeaba el rostro y presionaba mis labios contra su hombro... Sería muy fácil. No habría necesidad de explicaciones esta noche.

¿Pero sería capaz de hacerlo? ¿Podría traicionar a mi amado ausente para salvar mi patética vida?

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